Celebrado
por primera vez en Argentina y adoptado por varios países, el Día del
Campo pone de manifiesto la importancia del medio rural para el
bienestar social, ambiental y económico de toda nación.
Del latín campus
y de amplio significado, la palabra “campo” engloba de manera general
el espacio físico que alberga las distintas tierras, ecosistemas y
agroecosistemas, poblaciones rurales y formas de vida agrarias en
contraposición con lo urbano.
Las
modificaciones realizadas en el medio rural durante el pasado siglo han
contribuido a obtener ciertos beneficios en pro del bienestar humano y
del desarrollo económico, pero también han supuesto una grave
degradación de recursos y ecosistemas, una fuerte erosión cultural y una
pérdida de valores fundamentales que comprometen la identidad y las
oportunidades de nuestras generaciones futuras.
Habitualmente, la importancia del campo
se asocia a volúmenes de producción de alimentos y materias primas. Esta
visión meramente productiva y reduccionista pone en riesgo el
equilibrio de los sistemas rurales y el resto de servicios que prestan a
la sociedad. La regulación del ciclo hidrológico, el mantenimiento de
la composición de gases de la atmósfera, la conservación de la
biodiversidad, la protección del suelo o la belleza escénica de paisajes
son algunos servicios ambientales o ecosistémicos que también nos
brinda el medio rural, a menudo obviados por el simple hecho de no
contar con un valor monetario. Por ello, es necesario recordar en este
día el concepto de multifuncionalidad del campo, que parece que todavía
no ha calado suficientemente en la población rural y urbana.
Por
último, señalar la importancia que tiene la naturaleza en la salud del
ser humano, tanto física como mental. En un mundo cada vez más urbano,
el contacto con el campo es vital para prevenir y curar las enfermedades
que un ambiente excesiva e innecesariamente artificializado ocasiona.
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